Seis poemas tangerinos

Juan Luis Recio

TE LLEVARÉ

Te llevaré

a la plaza

de los adoradores

de la cobra,

de los que veneran

a la víbora cornuda,

de los que bailaron

toda la noche

y sobrevivieron

al degüello.

Te llevaré

conmigo.

Te pasearé

por la calle

de la Libertad,

sin crimen.

Te llevaré

a los parajes

donde un bolígrafo

era un arma

y una piedra

una pedrada.

Te llevaré

conmigo.

Te llevaré

a los lugares

donde las almas

deambulan gozosas.

Oirás el canto

de los minaretes

y verás

en lo más oscuro.

Te llevaré

conmigo

a la plaza

de los aisauas.


SIN TIEMPO

Parecería congelado

el tiempo

en el Zoco Chico,

si no fuera

porque quiero

aprender

a convivir

con las abejas

de la Pensión Fuentes

(más pesadas

que las del Hafa Café),

si no fuera

porque surge la sombra

de Eduardo, con Riffi,

majoun y plátanos,

en las obras

del Café Central,

si no fuera

porque salto de la bañera,

como Arquímedes,

para escribir esto,

si no fuera

porque casi resbalo

en un pliegue del amor,

si no fuera

porque no tengo tiempo

que perder.

Parecería congelado

el tiempo

en el Zoco Chico,

si no me ofrecieran

chocolate en bandeja.

Y un cuerno

de gacela.


QUIERO Y NO PUEDO

Caro cuesta el cordero,

y remolón se muestra,

sin querer dejar la plaza.

Y el niño con corbata

trata de llevarlo en brazos,

sin poder, queriendo.

Todos tiran a las cabras,

más ligeras

de carnes y precio,

queriendo, sin poder.

Quiero y no puedo,

del niño que no consigue

mover al cordero,

de la gente que negocia

sin llegar a comprar,

del cordero que se quiere

quedar y no sabe

de qué se libra hoy,

de mí mismo

que hoy no puedo

tener a quien quiero

en la plaza de Chefchaouen.


LENTITUD

Amanece despacio

en la Medina.

Se despereza el comercio,

poco a poco,

entre bostezos de té.

Y un viejo deambula

Gritando “¡lejía!”.

Con la misma lentitud

anochece en la Medina,

con pasmosa pereza,

sin que nadie quiera

molestar al tiempo,

que se difumina

y estanca.

Y un gueraua

toca el tambor.

En la Medina,

todos los límites son difusos.

El tiempo se diluye

en todas las teteras.

Se confunde

el Baba con el Tingis.

Se pierde la realidad…

Y el tiempo.

Y algunos, entre tanto,

tratan de vender

relojes de oro…


TEMBLEQUES

Tiembla al contemplar

la barba naranja

de los darkauas

recitando los 99

atributos de Dios.

Tiembla al imaginar

cómo degüellan un animal

para pedir la desgracia

a algún enemigo.

Tiembla temiendo

que seas tú.

Tiembla de frío

al sumergirte desnudo

en el río (oued) Ghrifa,

donde dicen

que te colocas

con solo bañarte.

Tiembla perdiéndote

en las callejuelas

de la Medina,

con las casas chorreando

sangre de cordero.

Tiembla recibiendo

el aire perfumado

con cuerno quemado.

Tiembla, si quieres.

Pero, así,

no verás.


SIEMPRE LO DIJO

Versión muy libre de frases de la protagonista de

” La vida perra de Juanita Narboni”, de Ángel Vázquez.

Siempre lo dijo:

que lo moderno

acabaría con todo,

que cuanto más se sabe

menos se ve,

que la soledad.

Siempre lo dijo:

que no era una mujer

moderna,

que no lo sería nunca,

que cuando mira,

mira porque no

quiere,

que si mirar quisiera,

que la soledad.

Siempre lo dijo,

Subiendo

y bajando por Siaguins,

huyendo

de los gatos negros,

buscando

al Zorro desesperadamente,

que la soledad.

Siempre lo dijo

todo.

Pero,

¿sabía lo que se callaba?

Qué la soledad.

Tánger, diciembre 2006 – enero 2007