Sueños posibles
Llueve. Llueve y llueve
sobre los cristales
de este Madrid
enmohecido por el éxito.
Han desaparecido los gatos callejeros.
Son ahora mascotas de lujo.
Viven en acomodadas casas burguesas
y en buhardillas de estudiante.
Las chicas ofrecen su rosa
a los estólidos transeúntes
que abarrotan los grandes almacenes
haciendo acopio de todo lo innecesario.
¡Qué inercia colectiva!
¡Qué derrota la de los derrotados!
¡Qué escaso éxito el de los triunfadores!
La ciudad vive al ritmo del dinero
que cae sobre el dinero.
La antigua amistad guarda nidos de angustia
y sobresalto de emociones nuevas.
De la noche a la mañana,
por mor de la lluvia,
el Manzanares ya no es un aprendiz de río.
El mar se asoma a las grandes avenidas
y un hálito húmedo despierta sexos en desuso.
Los ciudadanos podrían morir
de amor
y todo seguiría siendo inútil.
Triste está la Sierra.
Tras las nubes,
las estrellas ruedan por los cielos.
Y yo, viéndolas pasar,
sin nada que decirles.
Amaneció deprisa. Y tampoco
nada que decirle al amanecer.
Despunta por las copas de los árboles, se atreve con tejados y terrazas.
El sol viaja rápido a su zénit
envuelto en el misterio de su resplandor.
Y en la noche la luna vierte
sobre el horizonte del mar
la leche agria de su palidez desnatada
creando un lago de luz sobre el azul.
Los sueños son posibles
siempre que no se pretenda cumplirlos.
Qué perra vida
esta de vivir en la melancolía,
entre la nostalgia y los sueños imposibles.
Como escribió Emilio Sola:
Vivir siempre es mortal.
Arturo Lorenzo
Madrid, marzo de 2025
Nostalgias, y melancolías, y terrores, y cuántas emociones más despierta este poema que se adhiere inmisericorde a nuestros más que cuantiosos años. Hermoso poema, magistral final. Tal vez todo consista en un sueño lluvioso que un día se imaginó a Madrid inundando al Manzanares… ¡quién sabe!
Pues, sí todo un auténtico poema, lleno de referencias próximas y emociones, la frase final, que fue primera de Emilio, me acompaña siempre, y más en estos días lluviosos de los que he «gozado» en Madrid